sábado, 5 de noviembre de 2016

Un grano no hace granero

Pero ayuda a su compañero. Eso es lo que decía el refrán que aprendí de pequeño. No recuerdo muy bien cómo pero creo que, de alguna forma, llegó a mi poder un libro de refranes con dichos que no todo el mundo conoce. Amigo que no presta, cuchillo que no corta, que se pierdan, poco importa. Ese seguro que es del libro. El del título, no estoy seguro. Más bien creo que se lo escuché a mi abuela alguna que otra vez.

La sabiduría popular es doblemente sabia, La gente y el tiempo han ido realizando esa labor que la RAE se reserva para el idioma, ha limpiado, ha fijado y ha dado esplendor. No siempre en forma de refranes, a veces, simplemente, en forma de libros. O en forma de párrafos geniales. Dicen que la rosa del Principito era especial porque era suya o por el tiempo que le había dedicado que viene a ser lo mismo. Dicen que al protagonista de Moby Dick pueden llamarle Ismael. Dicen muchas cosas de las cuales no me acuerdo.

Mi memoria nunca ha sido mala, más bien al contrario. Y al igual que todo el mundo (creo) siento que lo es. De no ser así, no entiendo los anuncios en la radio de productos que mejoran la memoria. A mí, me ha pasado desde pequeño con, por ejemplo, los nombres de las personas. Pasados unos años, pocos, hasta olvidaba el de mis profesores. Los envidiaba pues años y años después ellos eran capaz de seguir recordando los de sus alumnos. Quizás es un tipo de memoria como la de los camareros, especialmente entrenada, hipertrofiada, casi.

En cambio, hablo con personas sobre cosas que sucedieron no hace mucho y veo que sí las recuerdo y ellos no. Y hablo de personas que se presuponen que son muy inteligentes y deben tener también una buena memoria. Eso, la verdad, me tranquiliza. Al menos un poco. Todavía me inquieta el no recordar exactamente todos los nombres pero quizás es solo porque quiero recordarlo todo y, tal como decía Sherlock Holmes, la memoria es finita y el espacio que tenemos limitado. Si hay algo que entra, otra cosa debe salir. Y a lo mejor esa cosa que debería salir es más importante que la que te gustaría que entrara. De ser así, bien está el no recordar.

Un grano no hace granero, pero ayuda a su compañero. Todo recuerdo, toda memoria que guardemos, que sea significativo. Tengo la sensación de que eso me hace más feliz. Y tengo la sensación también de que ya tendremos tiempo de olvidar. ¡Será por tiempo!

Un saludo, Domingo.


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