sábado, 24 de septiembre de 2016

Jack the Ripper (Relato)

La víctima:

Siente la espada invisible, una corriente de aire te toca,
Su filo mellado te araña, el vaho se hiela al salir de tu boca,
Su filo se clava, tu carne se entrega, no se funden, eres funda,
La hiel de gallina en su luna de piel, otra gota, otra, rezuma la miel,
Sin fuerza y con maña, la noche silenciosa y rotunda,
La vida que no elegiste se va y con ella la alegría que es poca,
Sin apegos se apaga, pagas tú la cuenta y el asesino se aleja.
Scotland Yard dirá que es un espíritu y no lo encuentran.
Buscaron en todos lados, encima y debajo de la última roca,
Pero no en tu pupila, pupila de niña, lo único que de niña te queda.


El verdugo:

Empuñas el escalpelo con destreza facultativa,
Una llave buscando su cerradura en femenina espalda,
La llave maestra del maestro de llaves, terror de las esquinas,
Terror de la noche, la penumbra y las tinieblas; terrorífica es tu misiva,
Cartero del miedo presentas tus conquistas a tu amiga la parca,
¿Enferma, psicópata, caradura? Cuando la carne se abre, ella se activa.
Reúne antiguas bellezas, las lleva a la morgue, ninguna la esquiva,
Y mientras la policía busca una pista, desde el pelo hasta la falda,
Tú obra te encumbra, la ciudad te tiembla y tú ya vigilas,
Una nueva pupila que lleve impresa tu cara en su última luz.

sábado, 17 de septiembre de 2016

Juez de menores (Relato)

Hoy no tengo muchas novedades que comentar o, de tenerlas, no debo estar en ánimo de hacerlo. Así pues, cuando me he planteado sobre qué escribir, se me ha venido a la cabeza escribir un microrrelato. Y al preguntarme sobre qué versaría dicho microrrelato me he dicho que estaría bien que fuera una condena ejemplar de esas que imparte el Juez de Menores más famoso de Granada, cuyo blog sigo. Solo que esta vez no sé cómo será la condena porque el señor juez no será él sino que seré yo y el delito está todavía por ser inventado. A ver qué se me ocurre.



Daniel suspiró aliviado, la condena no era severa. Diez horas de servicio a la comunidad cada uno. Un par de días haciendo el chorra el algún sitio y fuera. Para haber tenido una pelea con cuchillos con Curro que afortunadamente solo se había saldado con cortes en los antebrazos de ambos y que paró tan abruptamente como había empezado justo cuando la patrulla de policía paró su coche junto a la parada de autobús donde todo iba corriendo. Solo le quedaba saber exactamente qué harían.

El juez prosiguió, sería en la Cruz Roja de Graná, el sitio que había suplido los objetores del servicio militar con condenados por el Juez hacía ya más de veinte años. Tenían que ir cuatro veces al año y pasar media hora donando sangre. Para ello, debían mantenerse sanos, cumplir los requisitos de idoneidad para donar, no haberse tatuado en los últimos seis meses, no haber tomado aspirina ni ningún otro medicamento en la última semana, no haber mantenido relaciones de riesgo ...

Cuatro veces al año, media hora por vez ... necesitarían cinco años para cumplir las diez horas de condena. Cinco años siguiendo una vida sana, alejado de problemas para chicos de dieciocho años era más de la cuarta parte de su vida. No era una condena a cadena perpetua pero casi. Ya no sonaba tan bien.

Cinco años después, Curro estaba en prisión y Daniel se alegraba. Inicialmente, la condena había sido mucho más severa de lo que había previsto pero cinco eternos años después estaba a punto de acabar tercero de derecho y estaba mucho más cerca de ser Juez de Menores ... y donante asiduo de sangre.

Un saludo, Domingo.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Goteras

Esta semana un compañero nos comentaba que, en el garaje del edificio, su coche era el segundo más viejo. Tiene un BMW que compró hace 15 ó 16 años cuando coincidí con él por primera vez. Sin duda en su casa cuidan los coches porque el de su mujer tiene uno o dos años más. Precisamente bromeé diciendo que en su casa le pasaba lo mismo, también tenía el segundo coche más viejo.

Comentó entonces que el coche de su mujer tiene un gasto anual de reparaciones de entre 100 y 200 euros, dependiendo del tipo de "gotera". Por ahora, les sigue compensando. En el momento en el que llegue una gorda, posiblemente le den pasaporte y compren uno nuevo con la intención de que vuelva a durarles, esperemos, otros 20 años o casi.

El paso del tiempo produce la misma evolución en sistemas animados e inanimados. En personas, animales, coches o casas. Al principio, las goteras son mínimas. Al menos las naturales, que siempre hay algún perro que muerde a otro :-). Después, conforme se van desgastando, surgen lo que realmente solemos llamar goteras. O lo que un conocido solía definir como "los problemas del DNI". Cuanta más edad indica el DNI, más problemas.

En mi caso, independientemente de lo redondo de la edad, mis goteras (las físicas al menos) suelen centrarse en las articulaciones. Y suelen acentuarse cuando cojo dos o tres kilos de más. Si, como es el caso, cojo 5, más se acentúan. La novedad esta vez es que no me han salido en las rodillas sino en el talón de Aquiles. Precisamente yo pensaba que mi talón de Aquiles eran las rodillas pero no, al menos no únicamente ellas.

Visto lo visto, he decidido usar la casa, ahora mismo que no tiene muchas goteras, para intentar arreglar las mías. A ver cómo lo hago pero debería intentar intercalar más actividad física y dieta, por supuesto dieta, entre las actividades de mantenimiento de la casa y sus habitantes. Es mucho suponer pero esperemos que así, cuando la casa tenga goteras, sea yo el que no las tenga. Ya veremos.

Un saludo, Domingo.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Vacaciones y trabajo

Normalmente uno coge semanas "enteras" de vacaciones. De lunes a viernes. Eso hace que, junto al fin de semana anterior y al siguiente, no vaya a trabajar en nueve días. Este año, sin embargo, me he cogido las vacaciones de miércoles a martes. La primera semana trabajé lunes y martes, descansé una semana completa de siete días y volví al trabajo el miércoles de la semana siguiente. Como digo, son siete días de descanso en vez de nueve pero el efecto en las semanas que trabajas es cuando menos curioso. Es como si tuvieras a la vez una semana de vacaciones y dos semanas de trabajo reducido. 

De todas formas, tal como hablaba con Giovanni esta semana, el nivel que a cualquiera nos gustaría alcanzar es el de tener que trabajar por huir del aburrimiento. Si tuvieras la vida resuelta y unas rentas de las que vivir holgadamente, todavía sería interesante tener una rutina, una labor que hacer a la que llamar trabajo hasta que te apeteciera más aburrirte que lo contrario.

A ese nivel no es probable que llegue; desde luego no en los próximos años así que no voy a darle muchas vueltas. Ahora mismo mejor me centro en las cosas que se pueden llamar "trabajo fuera del trabajo". Ese trabajo fuera del trabajo se ha visto incrementado recientemente y, aunque ahora es hasta agradable, llegado un momento no sabemos si se presentará simplemente como trabajo y por tanto desearé no tener que realizarlo. Excepto para huir del aburrimiento. 

Un saludo, Domingo.